La sociedad es extraña y cambiante. Parece increíble como lo que en una época se ha considerado bueno, en otras se ha considerado malo. Por ejemplo, en algunas épocas, el ideal de belleza femenina era una mujer rellenita y con curvas, mientras en otras épocas, el máximo ideal era la delgadez extrema.

Lo mismo sucede con la soltería y el matrimonio. En la antigüedad, se consideraba una vocación noble la de aquellos que escogían la soltería para servir mejor a Dios o para dedicarse al estudio filosófico. Posteriormente, aunque aún era respetado el celibato, socialmente era considerado el matrimonio como la máxima aspiración social. Tras la revolución sexual, donde sexo y matrimonio ya no son conceptos que socialmente deban ir de la mano, han vuelto a cambiar los estereotipos. Estudios recientes concluyen que vivimos en la época de la historia donde existen más personas solteras, porque el matrimonio hoy en día es considerado un lastre para la autorrealización y para la independencia del individuo. Al mismo tiempo, nuestra sociedad considera el celibato como una enfermedad o una lacra. Óscar Wilde lo resumió de esta manera: “El celibato es la única perversión sexual conocida”.

La influencia de esta corriente de pensamiento se ha filtrado de alguna manera en nuestras iglesias. Como cristianos, y a pesar de la cambiante moralidad que nos rodea, seguimos defendiendo que el sexo es un regalo que Dios nos dio para disfrutar en el marco del matrimonio. Por ello, si el sexo está reservado al matrimonio, y el celibato ya no es una virtud, se llega a la conclusión de que no es bueno estar soltero. Según el pastor Ed Shaw: “[en la iglesia] normalmente se habla de la soltería como un problema temporal que el matrimonio resuelve felizmente. Te enseñan a sobrevivir hasta el día de la boda, pero no ten enseñan a florecer como hombre o mujer soltera mientras vivas (…) El celibato es algo malo que debe ser evitado casi a cualquier precio”

Vivimos a diario una paradoja: muchos cristianos viven su matrimonio como el área de su vida de más lucha, desgaste y frustración y, al mismo tiempo, ¡consideran que es malísimo estar soltero! Pero ni la soltería ni el matrimonio son situaciones malas que deban evitarse, sino que una y otra fueron diseñadas por un Dios bueno.

Alcanzando la satisfacción en la vida

Según Efesios 1:4-11, Dios nos escogió antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, para ser adoptados hijos suyos, a fin de que seamos para alabanza de su gloria. Ese es tu máximo llamado en esta tierra, seas hombre o mujer, soltero o casado: ser santo y glorificar a Dios con todo lo que tienes, haces, piensas…

El corazón humano pasa el tiempo entero buscando la satisfacción y felicidad. Fuimos creados así por Dios mismo, porque Él era quien tenía que llenar esa necesidad en nosotros. A causa del pecado, el hombre empezó a buscar en las cosas creadas lo que solo puede hallar en su Creador. Y eso, incluye a la familia, los amigos… y el matrimonio.

El matrimonio es un terreno sagrado de Dios, pero no es la máxima satisfacción del hombre, porque solo Dios puede serlo. Así que, el gozo, la alegría y la satisfacción del hombre puede alcanzarse con o sin matrimonio, con o sin sexo.

En la carta a los Romanos, un soltero nos dice (8:28 NVI) Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman. Así que, un Dios bueno, que sabe que el mayor y mejor propósito de tu vida es conocerlo a Él, saborearlo, disfrutarlo y glorificarlo, puede utilizar para ese fin el matrimonio o la soltería. Y tu meta en la vida, por tanto, no debe ser el matrimonio, ni encontrar la persona perfecta que te complemente -tu media naranja-, sino hallarlo a Él.

¿Soltería temporal o definitiva?

A todo soltero de nuestras iglesias (que tiene el deseo de casarse y formar una familia), le gustaría saber si se va a quedar soltero/a toda la vida o si solo está en una fase de espera al matrimonio. No tengo esa respuesta. Pero sí sé, que en ningún caso tu vida se encuentra solo “esperando al matrimonio”. Da igual que tengas 15 años, 25, 35, 45 o más de 50, Dios puede obrar en ti, hacerte crecer a la imagen de su Hijo Jesús, usarte para el avance del Reino y la bendición de Su pueblo, y puede llevarte a un profundo conocimiento y disfrute de Él.

Piensa en grandes hombres como José cuando fue usado por Dios para salvar a toda una nación, David derrotando al gigante, Daniel en el foso de los leones, Juan el Bautista anunciando la venida del Reino, el apóstol Juan a quien Dios usó para revelarnos sobre lo que habría de venir, o el gran ministerio del apóstol Pablo. Todos ellos, solteros. Algunos se casarían después de estos sucesos, otros no. Pero no fue eso lo determinante ni para sus vidas, ni para la historia, sino su relación con Dios y su disposición a ser usados y moldeados por él. Y recuerda también a Aquel que renunció a todo por ti, no solo a su vida en la cruz, sino también al matrimonio y a tener hijos.

Así que, no sé si Dios tiene un matrimonio para ti en un futuro un tanto lejano, a la vuelta de la esquina, o nunca. Pero sí sé, que el Dios bueno y soberano en cuyas manos estás, está disponiendo todas las cosas para que alcances el máximo bien que puedes alcanzar: ÉL.

Y también sé que tu soltería no es permanente. Patricia Namnún escribe: “El matrimonio humano refleja el matrimonio que Dios quiere para disfrutar con su pueblo para siempre. La Biblia habla de Jesús como el novio que un día volverá a tomar su novia, la iglesia, para estar con Él en la nueva creación perfecta. Ese día todo el dolor desaparecerá, incluyendo el dolor de un matrimonio difícil o la soltería. Dios enjugará toda lágrima de los ojos y un gran grito será escuchado: “Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado”, Apocalipsis 7:1719:7

Entonces, ¿es mejor casarse o quedarse soltero?

El capítulo 7 de la primera carta a los Corintios, fue rubricada bajo el título “problemas del matrimonio” pero, en realidad, este es el gran capítulo donde Dios nos revela que “cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro.” (v.7), es decir, que tanto el matrimonio como la soltería son dones de Dios. Mientras estés soltero, por tanto, disfruta del don que te ha sido dado. Y si en un futuro Dios te da el don del matrimonio, disfrútalo también. Ni una ni otra situación estarán carentes de pruebas, desafíos e incluso sufrimiento. Porque son inherentes a la vida, y también a la vida cristiana.

El don de la soltería no es un don que Dios da a solo unos pocos que no tienen deseo de casarse ni sienten atracción por el sexo opuesto. La soltería es un regalo de Dios para todos aquellos que no están casados. Romanos 12:2 nos dice (NVI): “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” Volviendo al principio, los valores de esta sociedad son cambiantes. No dejes que definan lo que es bueno o malo en tu vida. Ve a tu Biblia, porque ella es la Palabra de Dios, y en ella encontrarás lo que es bueno. Renueva tu mente cada día, porque cada día la televisión, las redes sociales y todos los inputs que te llegan, te van a hacer creer que, hoy en día, ni la soltería célibe ni el matrimonio son buenos, el que el mundo te va a decir es: ¡Disfruta de tu juventud, de tu sexualidad, no te ates a nadie, y sé feliz!

Pero si amoldas tu mente, no a los parámetros de este mundo, sino a las Escrituras, comprobarás que la voluntad de Dios contigo es buena, agradable y perfecta. Comprobarás que Dios no se ha equivocado contigo, no está llegando tarde, no se ha olvidado de ti, ni ha dejado de escuchar tus oraciones y anhelos, sino que está respondiendo al mayor anhelo de tu corazón: conocerle a Él.

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